Así apartaréis a los hijos de Israel de su inmundicia, los apartaréis como pueblo consagrado al Señor, para que no mueran en sus impurezas cuando contaminen mi tabernáculo que está entre ellos. Las medidas aquí ordenadas no eran meramente sanitarias, sino que también regulaban la vida sexual entre los israelitas, además de ser típicas de la perfecta pureza que el Señor espera de todos sus hijos en todo momento.

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