Mateo concluye la narración de la adoración: Y siendo advertidos por Dios en un sueño que no debían regresar a Herodes, partieron a su propio país por otro camino.

Aquí hay otro ejemplo de intervención divina para frustrar los planes sanguinarios de Herodes hacia el Salvador. No se desprende del texto que la simple confianza de los sabios haya dado paso a la sospecha sobre la intención del rey, y que hayan pedido a Dios una señal. Simplemente se narra que por mandato de Dios recibieron una amonestación ferviente, una advertencia enfática, de que no volvieran sobre sus pasos sobre Jerusalén.

Si cada miembro individual del partido tuvo la visión; o si su líder solo recibió el mandato de Dios, es irrelevante. Basta de que cumplieran con la solicitud. Partieron, se retiraron, y así escaparon a su propio país tomando una ruta de caravana diferente, lejos del peligroso vecindario de Herodes. Su objetivo había sido logrado, habían visto la luz de los gentiles; sus corazones estaban llenos del contenido del alma creyente que ha visto la salvación del Señor.

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