Porque allí los que nos llevaron cautivos nos pidieron una canción, ya sea por curiosidad o por burla; y nos consumieron, los que les habían infligido dolor, sus opresores, exigían de nosotros alegría, una expresión de alegría, diciendo: Cántanos uno de los cánticos de Sión. Los enemigos no se dieron cuenta de la falta de tacto que tenían, y no les importaba si la conformidad de los judíos con su pedido estaría de acuerdo con sus sentimientos depresivos o no.

Habían oído hablar de los maravillosos himnos de los judíos e insistieron en ser entretenidos por ellos. Pero el resentimiento y la amargura de los cautivos les impidió cumplir con el pedido que se les dirigía.

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