La voz del Señor hace parir a las ciervas, en un parto prematuro, provocado por el terror de la tempestad, y descubre los bosques, desnudándolos , arrancando el rayo las mismas cáscaras de la corteza. Y en Su Templo, en el gran palacio de Su poder, tanto en la tierra como en el cielo, todos hablan de Su gloria, clamando: ¡Gloria y majestad sólo a Dios por la revelación de Su omnipotente poder y misericordia!

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