Entonces el ángel del Señor respondió y dijo, la segunda persona de la Deidad misma dándoles una palabra tranquilizadora de consuelo, oh Señor de los ejércitos, ¿hasta cuándo no tendrás misericordia de Jerusalén y de las ciudades de Judá, contra las cuales has ¿Tuvo indignación estos sesenta y diez años? de modo que los setenta años del destierro parecían prolongados, como si la aflicción del cautiverio no fuera a terminar nunca.

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