Oración y voto de Ana

1 Samuel 1:1

Elcana fue evidentemente un buen esposo para Ana; pero el matrimonio había sufrido por la relajación general de la moral, y aquí se ilustran los amargos efectos de la poligamia. Debido a que Ana era especialmente amada, Penina la odiaba.

El dolor de la esposa sin hijos llevó a Ana a Dios. Allí encontró su único recurso. Cuando el corazón está a punto de romperse, ¿qué más podemos hacer que derramar nuestra queja ante Aquel que siempre está listo para escuchar nuestro clamor? Podemos confiarle a Dios nuestros secretos; Él mantendrá sagrada nuestra confianza. El amor de Elcana puede recorrer un largo camino, pero la mayor parte del tiempo tenemos que pisar el lagar solos. Después de haber comido y bebido ante nuestros amigos, “ungiéndonos la cabeza y lavándonos la cara”, para que no adivinen lo que está sucediendo dentro, debemos tener un lugar donde podamos relajarnos y abrir las compuertas del dolor.

¿Y qué lugar es tan bueno como el propiciatorio? No es necesario que hagamos nuestros votos de sobornar a Dios para que nos ayude. Los dones de Su amor son más bendecidos para que Él los dé que para nosotros los recibamos. Pero por amor podemos prometer lo que queramos.

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