Pesado y encontrado con ganas

Daniel 5:17

Daniel no se inmutó ni se desanimó. Sereno y sereno, reconoció la letra de su Padre y la leyó, como el instruido puede descifrar un pergamino ilegible a la mirada ordinaria. ¿Cuáles eran para él las chucherías del palacio? Con las alas del ángel de la muerte eclipsando a la multitud asombrada, fue de poca importancia que Belsasar le prometiera la túnica púrpura y la cadena de oro.

A veces parece como si esos dedos estuvieran ocupados todavía escribiendo su terrible frase en las paredes de la juerga nacional. Mientras una nación bebe profundamente en sus copas y tolera la impureza, el ensayo divino puede estar en progreso y el veredicto está saliendo: pesado y encontrado falto. Puede haber oro y brillo, jolgorio y júbilo, el esplendor del estado y la profusión de ricas viandas; pero ¿qué pasa con estos si la gente es ignorante, irreligiosa e impura? ¡Entonces, de hecho, ha comenzado la podredumbre seca! La raíz del pecado de todos es el orgullo. Que el Espíritu de Dios, que siempre trae consigo luz, entendimiento y excelente sabiduría, se encuentre en nosotros, como en Daniel.

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