Señor de la vida y la muerte

Mateo 9:18

Ningún dolor apela a Cristo en vano. Siempre surge para seguir. Como sus discípulos, sigamos siempre a donde Él nos lleve. Se nos permite ser sus colaboradores y ayudar con nuestra simpatía, oraciones y fe.

La fe de esta pobre mujer era muy imperfecta. Ella creía que había virtud en Su vestimenta, como ritualista en los emblemas de Su muerte. A ella le importaba más su curación que el sanador. Estaba llena de miedo y temblor. Pero su toque fue una magnífica evidencia de su fe. Podría ser tan leve como un plumón, pero fue suficiente. ¡No agarrar, sino tocar ligeramente!

Al principio, el incidente preocupó a Jairo por su retraso; pero después le ayudó. Quizás le fue permitido para fortalecer su fe y así prepararlo para recibir las nuevas en el camino hacia él. Puede despertar a una niña de la muerte tan fácilmente como a su madre del sueño en el mejor momento de la mañana. Deje que Jesús tome las pequeñas manos de sus hijos en las suyas. ¡Convocalos a la vida y al amor!

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