El Libro de Esdras contiene un relato de una época muy importante en la historia del pueblo de Dios. Después de setenta años de cautiverio, el regreso del cautiverio fue posible gracias al decreto de un rey gentil. Este Libro nos da la historia de ese regreso y la construcción del Templo. No es la historia consecutiva, por un tiempo, con el Libro de Nehemías, cubre un período de unos cien años, no es un espacio de sesenta años.

Hay dos divisiones principales, primero, la historia del regreso bajo Zorobabel y la construcción del Templo, y luego, después de sesenta años, la historia de la llegada de Esdras y la obra que emprendió.

Puede parecer que Dios se demora en llevar a cabo sus propósitos. Nunca los abandona. De hecho, hay un sentido muy verdadero en el que Él nunca se demora ni un momento en llevarlos a cabo. El naufragio de la nación elegida lo hemos visto en libros anteriores. La gente se había dispersado y pelado, habiendo perdido posición y poder nacionales y, en gran medida, conciencia nacional. A pesar de todo esto, Dios siguió avanzando hacia Su gran propósito final de redención, no solo para estas personas, sino para el mundo. Durante los setenta años, a través del proceso de sufrimiento, Él preparó un remanente para regresar y reconstruir y mantener el fuerte hasta que Él, la verdadera simiente y siervo, viniera.

La historia del regreso establece claramente la verdad con respecto a este dominio de Dios. Obligó a los instrumentos más probables a cumplir su voluntad. Babilonia había llevado a su pueblo al cautiverio, y así cumplió Su propósito. Sin embargo, habían tratado a la nación conquistada con excesiva severidad; y con el paso del tiempo, en cumplimiento de las distintas profecías de Jeremías, Ciro el persa había quebrantado el poder de Babilonia.

Este Ciro ahora fue elegido y comisionado como el instrumento del regreso del pueblo elegido. La proclamación de Cyrus abrió la puerta. Fue el resultado del trato divino con él, del cual él era consciente. El Dios que abrió la puerta incitó a los hombres y los hizo dispuestos a responder. Esto es siempre así en la economía divina. La oportunidad, la voluntad de obedecer y los líderes necesarios, todo se une bajo la dirección de Dios.

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