Me viene a la mente la imagen de toda la generación que pereció en el desierto, y la pregunta es: ¿Qué les faltó y por qué perecieron? No les faltó el mensaje de "buenas nuevas". Les fue predicado. No dejaron de escuchar el mensaje. La razón fue que "la palabra que oyeron no les aprovechó, porque no fue unida por la fe a los que oyeron". Donde falta la fe, las provisiones de Dios son inútiles.

Sin embargo, el propósito de Dios permanece, y viendo que algunos han fallado, la oferta se repite, esta vez con el discurso superior del Hijo. De ahí el llamamiento urgente del primer verso.

En estrecha conexión, el escritor trata de la superioridad del Hijo sobre Josué. Completó eso en el liderazgo humano en el que Moisés falló. Él hizo entrar al pueblo. Sin embargo, no entraron en reposo.

La declaración incuestionablemente se refiere al Hijo. "El que entró en su reposo, también él descansó de sus obras, como Dios de las suyas".

Luego, el escritor se centró en la cuestión de la superioridad de Cristo como sacerdote. Cristo se revela como Aquel que atravesó los cielos y ahora está sentado a la diestra de la Majestad en las alturas. Sobre esta base, se insta a los creyentes a mantener firme su confesión. El Hijo, como Sacerdote, está "conmovido por el sentimiento de nuestras debilidades". El segundo llamamiento, por tanto, es: "Acerquémonos con denuedo". La audacia a la que se hace referencia es la confianza en la comprensión, la ternura y la capacidad del sacerdote entronizado.

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