El escritor procedió con el mismo argumento mientras instituía un contraste. Las dos cualidades esenciales de un sacerdote son la capacidad de simpatía y la vocación de Dios. Estos se cumplen perfectamente en Cristo, quien es designado por Dios al sacerdocio según el orden de Melquisedec. Su simpatía queda demostrada por las declaraciones concernientes a Él de que a través de "oraciones", "súplicas", "gran clamor", "lágrimas", entró en todas las experiencias humanas y aprendió la obediencia a través de las cosas que padeció. Cabe señalar que esto no significa que aprendió a ser obediente, sino que entró en la experiencia de la obediencia. A través de este proceso, se convirtió en "el Autor de la salvación eterna".

Habiendo introducido así el gran tema, el escritor manifestó su sensación de la dificultad que experimentaba al abordarlo, porque sus lectores eran sordos al oír, debían aprender cuándo debían estar enseñando, debían ser alimentados con leche cuando debían serlo. recibir alimentos sólidos.

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