En respuesta a su propia pregunta, Jeremías suspiró por algún medio adecuado de expresar la angustia de su corazón, y luego por escapar a algún lugar solitario en el desierto. Todo esto tenía la naturaleza de una queja contra Dios, porque reveló con mucho cuidado cuán consciente era del pecado de su pueblo, y lo describió con terrible detalle.

A este clamor de Su siervo Jehová respondió con una declaración quíntuple. Primero, que no tenía más remedio que afligir a causa de su pecado; A continuación, afirmó también su propio dolor, pero con una pregunta le recordó al profeta que había una razón para la destrucción de la tierra y la destrucción de la ciudad.

A continuación, declaró claramente cuál era la razón. Su rebelión persistente había hecho necesaria Su ira. Luego llamó a la gente a lamentarse, pero insistió en que debería ser por causas justas. Finalmente, proclamó la verdadera base de la glorificación del hombre, no en su propia sabiduría o riquezas, sino en su entendimiento y conocimiento de Jehová.

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