"Porque no es el que se alaba a sí mismo a quien se aprueba, sino a quien el Señor alaba".

Porque el valor de un elogio radica en quién lo hace. Aquellos que son, o deberían ser, aprobados son aquellos a quienes el Señor elogia por Su obra eficaz a través de ellos. Aquellos que se elogian a sí mismos no merecen aprobación. Consideren, pues, los corintios cuál es la verdad de quién. ¿Quién cortejó con éxito a Corinto por Cristo? ¿Quién estableció con éxito su iglesia en crecimiento? ¿Quién ha hecho lo mismo en otros lugares? ¿No está claro que él es aquel a quien el Señor ha encomendado, no los que se arrastran después y causan problemas en el rebaño?

¿Qué armas de guerra ( 2 Corintios 10:4 ) han demostrado ser efectivas? Deje que lo consideren por sí mismo y dé su aprobación a la persona adecuada.

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