"Y Jehová miró con agrado a Abel y su ofrenda, pero a Caín y su ofrenda no miró con agrado".

Pero, ¿cómo sabían que uno era aceptado y el otro no? La respuesta parecería estar en el hecho de que Abel prosperó, mientras que Caín estaba pasando por un momento difícil de alguna manera. Esto ciertamente explicaría por qué Caín estaba tan enojado. En el Antiguo Testamento, la prosperidad se ve regularmente como una señal de la aprobación de Dios.

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