“Sí, y aunque yo juzgara, mi juicio sería verdadero, porque no solo yo juzgo, sino yo y el Padre que me envió” (v. 16).

Sin embargo, también les señala que en realidad estaba en posición de juzgar, y que si juzgara, no deberían tener ninguna duda de que sus juicios serían precisos y justos. Porque Su relación con el Padre era tan estrecha que cualquier juicio que hiciera estaría asociado con el Padre y sería uno con el Padre. Por tanto, sería totalmente fiable. Porque él y su Padre juzgados como uno.

Entonces Jesús, mientras afirma tener la capacidad total de juzgar por sí mismo, se pone en paralelo con Su Padre y enfatiza que cualquier juicio que Él haga es igualmente el resultado del juicio del Padre. Por lo tanto, no se podía poner en duda la verdad de esto, y el hecho era una prueba de quién era Él. Una vez más, Él está dejando en claro Su co-igualdad con el Padre.

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