"El amor no obra mal al prójimo; por tanto, el amor es el cumplimiento de la ley".

Porque el amor es tal que "no hace nada malo" para nuestro prójimo. Más bien, el amor busca lo mejor para ellos. Por eso el amor es el cumplimiento de la ley. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que si no tuviéramos la Ley, especialmente tal como la expandió Jesús, no hubiéramos reconocido las muchas formas en que podríamos dañar a nuestro prójimo. La ley es santa, justa y buena. Somos nosotros quienes la volvemos indefensos como un medio para hacernos aceptables ante Dios.

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