1 Juan 3:19

Dios más grande que nuestro corazón.

I. El tema del que tratan estos versículos es la conciencia acusadora y su antídoto. San Juan no dice que el corazón no pueda acusar con justicia. No dice que un hijo de Dios no tenga pecado en virtud de su relación de niño, y que su autoacusación se calma al ser declarado infundado. Es muy posible que el corazón de uno pueda acusarlo justamente de pecado, y que el juicio de Dios pueda confirmar la acusación del corazón.

Pero sí quiere decir que el corazón no es el árbitro supremo y final, y que cualquier cosa de la que nos acuse debe ser remitida a un tribunal superior. Observará que el énfasis se pone en las palabras "delante de él", "aseguraremos nuestro corazón delante de él".

II. Dios sabe todas las cosas, mientras que nuestro corazón es ignorante y ciego. Cualquier luz o poder de discernimiento que tenga la conciencia, lo recibe de Dios. No pocos cristianos viven habitualmente en un estado de autoacusación. Viven en anticipación del juicio divino. La vida es una acusación continua en el tribunal de la conciencia, a pesar de toda su oración, esfuerzo y estudio de la palabra. ¿Es la ocupación diaria apropiada de un hijo de Dios ser un simple contador, escribiendo cosas amargas contra sí mismo? Y luego, una vez más, es cierto que muchos cristianos no llevan su caso desde la barra del corazón.

A este error se dirigen las palabras del Apóstol. Todo el texto lleva una protesta y un antídoto contra ese tipo de piedad demasiado contemplativa y autocrítica; que siempre está estudiando el yo en busca de evidencias de una relación y condición espiritual correctas; que prueba el crecimiento en la gracia por la tensión del sentimiento; que limita la presencia de Dios por el sentido de su presencia; que calcula la latitud y la longitud espirituales por la temperatura de la emoción, como si un marinero debiera tomar sus cuentas por el termómetro. El sentimiento, la sensibilidad religiosa, tienen su lugar en la economía cristiana, y es un lugar elevado y sagrado; pero su lugar no es el tribunal.

MR Vincent, El Pacto de Paz, p. 160.

Referencias: 1 Juan 3:20 . J. Keble, Sermones desde el Adviento hasta la Nochebuena, págs. 123, 137, 151. 1 Juan 3:21 . Spurgeon, Sermons, vol. xxxi., núm. 1855; J. Edmunds, Sixty Sermons, pág. 260. 1 Juan 3:22 .

Spurgeon, Sermons, vol. xix., No. 1103. 1 Juan 3:23 . Ibíd., Vol. ix., nº 531; Mackarness, Púlpito de la Iglesia de Inglaterra, vol. x., pág. 313. 1 Juan 3:23 ; 1 Juan 3:24 . HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. xvii., pág. 316.

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