1 Tesalonicenses 4:13

El Apóstol pasa ahora a hablar de la esperanza cristiana. Es una transición a un tema nuevo y de suma importancia: la esperanza del cristiano con respecto a los santos en la segunda venida de su Señor. La venida del Salvador glorificado es, por así decirlo, el hilo rojo que recorre todo el tejido de estas dos epístolas. Es más o menos prominente en todas sus partes, lo que le da al conjunto su colorido y plan.

I. El Evangelio ha revelado al hombre la inmortalidad del alma, la resurrección del cuerpo y la reunión en el Cielo de corazones divididos durante mucho tiempo. El Apóstol exhorta así a los creyentes a abrigar sentimientos con respecto a los amigos difuntos de un tipo muy diferente de los que tomaron tenebrosa posesión de los pechos paganos. El pueblo de Cristo está "triste, pero siempre gozoso". El ojo de su fe puede ver la luz brillante en la nube incluso de la prueba terrenal más dura. No se niegan a derramar lágrimas, pero tampoco se niegan a secarlas por orden de su Salvador.

II. El Apóstol da una razón por la cual el dolor cristiano en presencia de la muerte debe ser diferente al de los demás. Se encuentra en la triple repetición en este pasaje de la palabra "dormido", aplicada a los cristianos muertos, una figura posiblemente sugerida aquí por la propia parábola de nuestro Señor de las diez vírgenes, siendo la imagen en ambos pasajes la misma. En general, se pensaba entre los cristianos tesalonicenses que en la segunda y gloriosa venida del Señor, los santos difuntos, que no habiendo tenido lugar la resurrección en ese momento, no participarían del gozo peculiar de encontrarse con Él y saludarlo en Su regreso a la tierra.

Esa alegría, pensaban, solo la compartirían los vivos. El Apóstol les invita a no hundirse en el dolor de sus amigos ausentes. Si estos hubieran estado entre aquellos en la tierra que se habían aferrado a través del oprobio al Crucificado, seguramente no serían arrancados de Su comunión cuando Él viniera en gloria. Ahora no están separados de su Señor; no pueden separarse de Él cuando regrese.

J. Hutchison, Lectures on Thessalonians, pág. 163.

Referencia: 1 Tesalonicenses 4:13 . Preacher's Monthly, vol. iii., pág. 273.

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