Efesios 5:25

I. El amor de Cristo. Ninguno de nosotros, se dice con certeza, es ajeno a esta emoción maestra del alma humana. Fluyendo a través de la tierra como arroyos en medio de las arenas del desierto, brillando en las noches más oscuras de la vida como estrellas en un cielo invernal, lanzando su arco brillante sobre cada nube de fortuna, este mundo le debe al amor más que a cualquier otra cosa la bendición de la que disfruta. La vida sin ella no valdría la pena tenerla; y sin ella, aunque tuviéramos una casa, y esa casa un palacio, no podríamos tener un hogar.

En el amor humano vemos mucho para admirar, pero en el de Dios hay algo que se nos escapa cuando nos esforzamos por sondearlo, y que desconcierta nuestra concepción cuando tratamos de descubrirlo. Solo Dios conoce el amor de Dios.

II. La practicidad del amor de Cristo. No solo amó a la Iglesia, sino que se entregó a sí mismo por ella. Es fácil hacer una gran profesión de cariño; otra cosa es realizar y acreditar nuestra profesión. Cristo no solo fue un predicador, sino un sacrificio.

III. El sublime designio de su amor: "Para santificar y limpiar su Iglesia en el lavamiento del agua por la palabra, y para presentársela a sí mismo como una Iglesia gloriosa". Cristo amó al mundo antes de que hubiera una Iglesia en él, y decidió, a partir de las mismas ruinas de la Caída, edificar para Él mismo un templo digno de ser habitado por Él mismo. Vio el futuro resplandeciente del que ella era heredera por Su gracia, y por eso amó a la Iglesia.

(1) El Espíritu Divino es la causa eficaz de esta limpieza, pero la palabra o el Evangelio es la causa instrumental; el Espíritu lleva a cabo Su obra de limpieza por medio de la verdad. (2) Para que Él pudiera presentarle a Sí mismo una Iglesia gloriosa, gloriosa en su posición, inmunidades y honor, sin tener un lugar, porque los redimidos serán sin culpa delante del trono. Ninguna arruga de putrefacción estropeará su rostro, ni mancha de pecado.

JW Atkinson, Penny Pulpit, Nueva Serie, No. 976.

Referencias: Efesios 5:25 . Spurgeon, Sermons, vol. xi., núm. 628; Ibíd., Evening by Evening, pág. 80; W. Landels, Christian World Pulpit, vol. vii., pág. 376; G. Brooks, Quinientos contornos, pág. 13; Sermones sobre el Catecismo, págs. 184, 197; JH Evans, Thursday Penny Pulpit, vol.

xi., pág. 101. Efesios 5:27 . Parker, Cavendish Pulpit, pág. 95. Efesios 5:30 . Spurgeon, Sermons, vol. xx., núm. 1153; G. Brooks, Quinientos contornos, pág. 101. Efesios 5:31 . W. Braden, Christian World Pulpit, vol. VIP. 353.

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