Efesios 6:7

Trabaje sin estorbos para el progreso espiritual.

I. Los siervos pueden describirse como siervos de Cristo. Si la Iglesia se considera, según las imágenes bíblicas, como un reino o una casa, del cual Cristo es la Cabeza, podemos argumentar que todos los miembros que la componen son siervos de Cristo; de modo que, por diferente que sea su ocupación, todos sirvan al mismo Maestro. No se podría ahorrar más la utilidad cristiana del individuo más humilde que el trabajo manual del labrador de la tierra, y desquiciaría tanto a la Iglesia al difundir la infidelidad entre las clases bajas, como a un reino al difundir la rebelión.

El ojo del Maestro está tanto en un sirviente como en otro, y su conocimiento con uno es tan actual como con otro; de modo que cuando declaramos de un hombre que sirve al Señor Cristo queremos decir mucho más que cuando hacemos la misma afirmación de los varios sirvientes en una casa terrenal. No queremos decir simplemente que los deberes que el hombre desempeña son deberes por cuyo desempeño se promueve o sostiene la causa de Cristo; queremos decir que el hombre está realmente empleado por Cristo y tan realmente trabajando para Cristo como si hubiera recibido instrucciones de sus labios y le hubiera dado un relato de sus procedimientos.

II. Aquellos cuyos deberes en la vida son de la más humilde descripción pueden obtener una recompensa tan alta como aquellos que se mueven en los primeros caminos de la sociedad. Todo empleo legal, en la medida en que es un departamento del servicio de Cristo, tiene un carácter sagrado; y, en consecuencia, podemos estar ocupados religiosamente cuando estamos ocupados con nuestros llamamientos mundanos, y es cerrar los ojos a una ordenanza de Dios para imaginar que al trabajar para el cuerpo no podemos estar trabajando también para el alma.

Las distinciones de los hombres en su capacidad temporal no tienen distinciones correspondientes en su eterno; pero por variadas que sean las situaciones que ocupan los cristianos, la recompensa de la herencia se promete por igual a todos.

H. Melvill, Penny Pulpit, No. 2263.

Referencias: Efesios 6:7 ; Efesios 6:8 . W. Mercer, Christian World Pulpit, vol. x., pág. 347. Efesios 6:9 . JH Evans, Thursday Penny Pulpit, vol. xi., pág. 197.

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