Filipenses 4:11

El secreto de la felicidad.

I. Cuando San Pablo habla de estar contento, usa en el original una palabra que no aparece en ninguna otra parte del Nuevo Testamento. Pero esta palabra, tan rara en San Pablo, era de uso común en todas las escuelas de la antigua Grecia. Quizás se habría traducido más de cerca por "autosuficiencia". San Pablo, como era su costumbre, tomó la antigua palabra griega y la bautizó; le dio un nuevo valor; leyó instintivamente un nuevo significado en él. Un cristiano sólo puede ser autosuficiente, porque en un cristiano el yo está virtualmente reprimido. El viejo yo es reemplazado por otro yo, absorbido por él.

II. ¿Cuáles son los ingredientes del contentamiento cristiano, y cuáles son las consideraciones dominantes que deberían hacer feliz y agradecido a un cristiano de ser lo que es? (1) El primer motivo, común en gran medida a San Pablo y a los paganos más sabios, es que nada terrenal dura ni satisface. ¿Por qué no aceptar lo que nos suceda cuando todo es relativamente poco importante, relativamente insignificante? (2) El segundo motivo para abrigar un espíritu contento es la confianza en la providencia sabia y amorosa de Dios.

Cada uno de nosotros está colocado donde estamos. Dios es demasiado sabio para no saber todo sobre nosotros y no saber qué es lo mejor para nosotros ser y tener; y Dios es demasiado bueno para no desear nuestro mayor bien, y demasiado poderoso si no desea realizarlo. Nuestro verdadero camino es recordar que Él ve más lejos que nosotros, y que lo entenderemos en el momento en que Sus planes se hayan desarrollado. (3) El tercer motivo es que un cristiano en estado de gracia ya posee a Dios: "Si alguno me ama, mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos nuestra morada con él".

"Seguramente, si estas palabras divinas son reales para nosotros, debemos saber que nada que sea finito puede ser necesario para complementar nuestro firme aferramiento al infinito, que ninguna cosa creada puede agregar a lo que tenemos al poseer al Creador.

HP Liddon, Christian World Pulpit, vol. xxv., pág. 273.

Referencias: Filipenses 4:11 . Spurgeon, Sermons, vol. vi., No. 320; Ibíd., Morning by Morning, pág. 47; Homilista, segunda serie, vol. ii., pág. 247; Parker, Hidden Springs, pág. 1; HW Beecher, Sermones, primera serie, pág. 159; Sermones sencillos de los colaboradores de "Tracts for the Times", vol.

VIP. 204. Filipenses 4:11 ; Filipenses 4:12 . E. Cooper, Practical Sermons, vol. ii., pág. 189. Filipenses 4:11 . HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. vii., pág. 124.

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