Juan 21:15

Aviso:

I. La conexión de dos cosas: "Me amas", "Apacienta mis ovejas". Es el amor al Salvador lo que ha sido el secreto de cada ministerio exitoso. Es esto lo que hace que el Maestro paciente y paciente tolere el descarrío, el egoísmo, la ingratitud y la falta de atención de Sus eruditos; y es esto lo que hizo que el mismo Pedro y Pablo fueran tan amables y perdurables entre los conversos, muy pendencieros y carnales, muy groseros y no cristianos; porque incluso entre estas ovejas salvajes podría haber corderos del redil de Cristo.

II. Peter y sus colegas fueron evangelistas. Formaba parte de su vocación traer al redil a las ovejas que aún no habían recogido en la naturaleza y no habían sido reclamadas. Pero también eran pastores. Es decir, era su negocio proporcionar al rebaño alimento conveniente para las ovejas, alimento para los corderos. Como los gustos son tan diversos, y como en la misma audiencia hay una gran variedad de capacidades, sentimientos y circunstancias, el mayordomo sabio, al impartir la Palabra de Vida, buscará satisfacer cada necesidad y emergencia. Feliz el ministro que puede decir con el Apóstol: "No he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios".

III. La provisión de alimentos conveniente no es, sin embargo, la totalidad del oficio pastoral, ya sea que el pastorado sea paterno, ministerial o profético. Una parte del trabajo del pastor era salir y entrar delante del rebaño. Si era un buen pastor, las ovejas se encariñaron con él y llegaron a conocer su propia voz. Les agradaba y confiaban en él, y como no temían que los condujera a pastos venenosos o lugares peligrosos; salieron y entraron y lo siguieron.

Tan importante como la instrucción es el ejemplo; y solo él es un buen pastor que, no contento con indicar el camino al cielo, dirige el camino. Solo él es un buen pastor que está lleno de simpatía y ternura, que ata lo que está quebrantado y fortalece lo que era débil. Solo él es un buen pastor que siente como un dolor personal las inconsistencias y declinaciones de los creyentes; y quien, si uno andaba errante, dejaría las noventa y nueve en el desierto, e iría tras lo que se perdió.

J. Hamilton, Works, vol. i., pág. 292.

Referencias: Juan 21:15 . Spurgeon, Sermons, vol. iii., núm. 117; AB Bruce, La formación de los doce, pág. 519; G. Dawson, The Authentic Gospel, págs. 236, 252. Jn 21: 15-18. Homilista, vol. VIP. 51. Jn 21: 15-19. Homiletic Quarterly, vol. iv., pág. 266; BF Westcott, La revelación del Señor resucitado, p. 127; A. Mackennal, Toque sanador de Cristo, pág. 171.

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