Jueces 16:20

De todos los héroes cuyas hazañas leemos en el Libro de los Jueces, ninguno despierta tan intensamente nuestra simpatía, ni capta tan plenamente nuestra atención, como ese héroe solitario, Sansón. Su vida no es un romance del pasado, pero es un tipo y una imagen de tu vida y la mía, con sus dificultades, tentaciones y peligros. De la historia de Sansón aprendemos:

I. La absoluta necesidad que existe de que alcancemos una moralidad más noble, un nivel de religión más alto, que el que se encuentra en las meras normas convencionales que abundan a nuestro alrededor. ¿Qué hizo fuerte a Sansón? Se negó a aceptar el estándar religioso bajo y degradado con el que sus contemporáneos estaban contentos. Para él, nada menos que una armonía real entre la promesa de Dios y el hecho de la libertad de su pueblo sería satisfactoria.

II. De ninguna manera sacrifiquen sus convicciones. La convicción de Sansón era que el dominio de Dios era absoluto e irresistible, que las promesas de Dios eran verdaderas y eternamente fieles. La fuerza de la convicción en tu mente de que Cristo es verdadero, que Su Espíritu Santo es un poder e influencia real en tu corazón, te hará fuerte, no omnipotente, contra todo mal en el mundo.

III. La tentación llega gradualmente. Parece una catástrofe repentina cuando Sansón, que había sido la gloria de su pueblo, el mismo héroe de Dan, es llevado cautivo sin nerviosismo y esclavizado a las mazmorras de los filisteos. Sin embargo, el progreso del pecado fue muy gradual en su corazón. Centímetro a centímetro, Dalila agotó la fuerza de la resistencia y luego vino la terrible catástrofe.

IV. Con cada pecado viene un debilitamiento de esa capacidad moral por la cual se detecta su presencia. "No sabía que el Señor se había apartado de él". Ningún hombre es el mismo después del pecado; ningún hombre puede serlo jamás. Sembrar un acto y cosechar un hábito; sembrar un hábito y cosechar un destino.

V. Observe dos pensamientos que surgen de la historia: (1) Las verdaderas convicciones se pueden tener solo de Cristo. (2) Conserva la consagración de toda tu vida a Él.

Obispo Boyd Carpenter, Christian World Pulpit, vol. i., pág. 299.

Referencias: Jueces 16:20 . G. Brooks, Outlines of Sermons, pág. 413; Revista homilética, vol. xiv., pág. 46; Parker, vol. VIP. 169; S. Baring-Gould, Cien bocetos de sermones, pág. 121. Jueces 16:20 Spurgeon, Sermons, vol.

iv., No. 224. Jueces 16:21 . S. Baring-Gould, Cien bocetos de sermones, pág. 87. Jueces 16:23 . W. Meller, Village Homilies, pág. 79 Jueces 16:25 , Preacher's Monthly, vol. iv., pág. 316.

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