Lucas 1:46

La reverencia debida a la Santísima Virgen.

Nota:

I. La singular belleza, pureza y firmeza de carácter que se manifiestan en los pasajes de la vida de Santa María que nos llegan en los Evangelios. (1) El primer punto que mencionaré es, la notable fe con la que recibió la anunciación del ángel del maravilloso acontecimiento que iba a tener lugar; sus palabras son muy sencillas y muy llenas de fe: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.

"(2) Una vez más, la manera en que, mientras leemos, María reflexionó en su corazón sobre los diversos eventos de la infancia del Señor, que parecían señalar a su Hijo como más grande de lo que ella misma había sospechado, es digna de mención. como siendo precisamente lo que corresponde al carácter religioso del más alto orden. (3) La misma discreción religiosa marcó su conducta con ocasión de perder de vista a Jesús a su regreso de Jerusalén cuando tenía doce años.

Su respuesta bien podría aumentar la perplejidad de sus padres, y su madre no parece haberla entendido; pero no olvidó el dicho porque no podía entenderlo; por otro lado, lo guardó en su corazón.

II. Pero no es su propia excelencia la que exalta especialmente a la Santísima Virgen; es el honor que se le otorgó, independientemente de todo mérito propio. Según Santa María, no debemos acobardarnos de los honores que le pertenecen. "Todas las generaciones me llamarán bienaventurada", dice el texto; y debemos tener el corazón embotado si no la contamos así; y así como honramos a los Apóstoles porque estuvieron muy cerca y fueron muy honrados por el Señor, sin afirmar que tienen una relación real con Dios que nosotros no tengamos, así honremos correctamente a la Virgen Madre de Cristo, sin ningún tipo de relación. visiones extravagantes de su naturaleza como diferente o superior a la nuestra.

Mientras reverenciamos a Santa María como una de las primeras de los santos, mientras la llamamos bienaventurada y la consideramos la más honrada de la raza humana, todavía no sentiremos la tentación en nuestro corazón de adorarla, siempre que tengamos todo nuestro almas llenas de la contemplación del Salvador Jesucristo.

Obispo Harvey Goodwin, Sermones parroquiales, segunda serie, p. 294.

Referencias: Lucas 1:46 . Spurgeon, Sermons, vol. xxvi., núm. 1614. Lucas 1:46 ; Lucas 1:47 . Ibíd., Vol. x., núm. 606; Preacher's Monthly, vol. X.

, pag. 133. Lucas 1:46 . Preacher's Monthly, vol. i., pág. 42. Lucas 1:48 . Ibíd., Vol. VIP. 157. Lucas 1:49 . Revista homilética, vol. xii., pág. 327.

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