Mateo 10:8

La apertura de esta comisión, en un mundo devorado por el egoísmo, proclamó el advenimiento de una nueva era y fue la señal del establecimiento del reino de Dios entre los hombres. A partir de ese momento, habría un grupo de hombres sobre la tierra consagrados para atender sus aflicciones y necesidades.

I. Estos siervos del reino de los cielos, del cual también nosotros somos súbditos y ministros, fuimos enviados a un conflicto práctico con los sufrimientos y enfermedades reales de la humanidad. El Señor no se contenta con proclamar la verdad a nuestro espíritu, dejando que nuestros cuerpos sean consumidos por la enfermedad y aprisionados por el hambre, mientras nuestros corazones se retuercen de angustia. Todo mal y dolor real le entristecía y turbaba, y quería decir que Su reino debería acabar con todo. Vino para protestar contra todo lo que hacía que la vida de la tierra fuera tan diferente a la del cielo, y para prometer que la armonía perdida, por la que el hombre suspiraba inconscientemente, sería restaurada.

II. Recojo un segundo hecho amplio sobre el ministerio de este reino al mundo del idioma del texto. Descansa el deber del hombre para con el hombre en el deber y la relación del hombre con Dios. "De gracia recibisteis, dad de gracia". Es la única ley que puede ceñir la tierra con ministros benignos y arrojar rocío de bendición sobre cada generación sucesiva de la humanidad.

III. Sobre la base de este deber, el texto declara: "De gracia lo habéis recibido". Lo que sea que posea durante este mandato, lo detendrá como fideicomisario. La misma palabra "libremente" parece en oposición fatal a (1) ese sentido egoísta de posesión que coloca al "yo" y al "mi" como reyes sobre todas nuestras comunicaciones; y sólo da cuando es probable que el obsequio sea reconocido con humildad y, en todo caso, devuelva un tributo de alabanza.

(2) Igualmente, aunque no tan palpablemente, condena ese dar por regla y medida que está de moda hoy en día. Tal método une la misma libertad de espíritu que el Evangelio ordena e inspira.

IV. Considere que este principio por sí solo (1) satisface las necesidades de la humanidad; (2) reivindica el método del gobierno Divino; (3) cumple el propósito del Señor.

J. Baldwin Brown, The Divine Lift in Man, pág. 335.

Referencia: Mateo 10:10 . JO Wills, El púlpito de Dundee, pág. 185.

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