Mateo 5:38

I. El principio de la ley mosaica y es un principio de no poca importancia en su propio lugar es que debe haber, en la medida de lo posible, una proporción justa entre la ofensa y el castigo; que la pena a infligir no debe ser ni demasiado leve ni demasiado severa, sino que una debe ser un equivalente justo de la otra. Si bien concede en su totalidad la suprema sabiduría de la ley mosaica sobre este tema, debo agregar que incluso en su aspecto judicial, de ninguna manera cumple con los requisitos del Evangelio.

En verdad, no hay nada más hermoso que la justicia y más Divino. Pero los hombres cristianos, la sociedad cristiana, los legisladores cristianos, tienen otros deberes incluso con la población criminal además de castigar sus delitos. Puede ser necesario, es necesario, infligir un castigo al malhechor; pero es igualmente necesario apartar toda ira y venganza, y acudir a él con espíritu de amor fraternal, y amontonar también carbones encendidos sobre su cabeza, para convertirlo, si es posible, en mejores pensamientos y mejores caminos.

II. Para comprender correctamente lo que nuestro Señor dice aquí, debe recordarse que, si bien esta ley pertenecía propiamente al procedimiento judicial de Israel, a menudo el pueblo la aplicaba como una regla de conducta privada. Nuestro Señor trata aquí en general del principio de la venganza privada, que está ansioso por destruir, porque es sumamente fatal a la vez para la vida espiritual y social de los hombres.

Pero, como de costumbre, con este propósito desciende a los principios del deber moral, que son mucho más profundos que la pregunta precisa que tenemos entre manos; porque Su objetivo no es simplemente evitar que se haga cierto mal, sino implantar otro espíritu por completo en nuestros corazones. Por lo tanto, les dice que no solo no deben vengarse, sino que ni siquiera deben resistir el mal, sino que deben vencer el mal con el bien.

El mal nunca se vence con el mal, sino solo con el bien. Tu fuego no apagará el de tu prójimo; más bien se combinarán y harán una doble conflagración, su mal y tu ira irritarán al mundo.

WC Smith, El Sermón del Monte, pág. 131.

Referencias: Mateo 5:38 . J. Oswald Dykes, Las leyes del reino, pág. 87; Ibíd., El Manifiesto del Rey, p. 287. Mateo 5:39 . H. Melvill, Penny Pulpit, No. 1.552. Mateo 5:39 . W. Gresley, Practical Sermons, pág. 257. Mateo 5:39 . EJ Hardy, Débil, pero persiguiendo, pág. 258.

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