Salmo 127:2

Consideramos que el "sueño" en nuestro texto denota muerte, y nos limitamos a una ilustración del pasaje bajo este único punto de vista. Aquí tenemos una idea que sería bueno desarrollar en detalle. Dios valora la muerte. Debe valorar lo que reserva para los objetos de su amor. Hay dos grandes razones para dar por qué la muerte debe considerarse un regalo para el creyente y por qué, por lo tanto, como un regalo, debe considerarse preciosa o valiosa a los ojos de Dios.

I. Considere al creyente como un testimonio de la obra consumada de Cristo. ¿Qué evidencia del éxito total del plan de redención puede exceder o igualar a la proporcionada por la muerte de los santos de Dios? Lo que nunca pudieron haber aprendido de la teología natural, el Evangelio les ha enseñado: han aprendido a morir. Así, el Evangelio se somete, por así decirlo, a la mayor prueba posible; y el juicio sólo emite pruebas completas de su suficiencia.

II. Considere al creyente como admitido en y a través de la muerte a la seguridad final. Habiendo peleado la buena batalla y mantenido la fe muriendo y viviendo, los justos de ahora en adelante son colocados fuera del alcance del peligro. Nada puede poner en peligro su salvación. Si no son coronados hasta la mañana de la resurrección, se les guarda una corona que "ningún ladrón puede fusilar y ninguna polilla corromper". La muerte es un regalo precioso porque la vida es peligrosa; y Dios concede un beneficio a su pueblo cuando los ha reunido en un estado separado, porque entonces no pueden ser más tentados a abandonar su ley, no más expuestos a los asaltos del maligno, no más desafiados a una batalla. en el que, si la victoria es gloriosa, se corre el riesgo de una derrota vergonzosa.

H. Melvill, Penny Pulpit, No. 1666.

Referencias: Salmo 127:3 . F. Tholuck, Horas de devoción, pág. 425. Salmo 127:3 . HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. ix., pág. 323. Salmo 127:4 .

AP Stanley, Good Words, 1877, pág. 82; JE Vaux, Sermon Notes, segunda serie, p. 100. Salmo 127:1 . J. Baldwin Brown, Christian World Pulpit, vol. xxiii., pág. 136. Salmo 128:5 . WM Statham, ibíd., Vol.

xviii., pág. 360. Salmo 128 S. Cox, The Pilgrim Psalms, pág. 177. Salmo 129:8 . VM Statham, Christian World Pulpit, vol. xxv., pág. 29. Salmo 129 S. Cox, The Pilgrim Psalms, pág. 199.

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