Salmo 39:6

I. La superficialidad central de esta época, y de lo que se llama a sí misma su teología, es que está tan ocupada con cosas de los sentidos o del intelecto que no se relacionan con la naturaleza interior del hombre, que se olvida de sí misma y de su relación con Dios. Trata con Dios, no con la tierna familiaridad del amor reverencial, sino con la tranquila complacencia de alguien cuyos derechos Dios está obligado a respetar y que, en general, está en buenos términos con Dios; y por lo tanto es falso y vacío para Dios y para sí mismo.

II. Estos dos objetos de conocimiento, a diferencia de lo que son, de Dios y de nosotros mismos, se condicionan mutuamente, y eso en parte porque Dios se nos ha revelado principalmente en referencia a nosotros mismos. El alma que no se conoce a sí misma y no se ha purificado por la gracia de Dios, no verá claramente la imagen de Dios, que ha deformado en sí misma.

III. Pon a Dios delante de ti, y la religión farisea del día no será tuya. Caminarás, no en un ser sombrío, como sería esta vida en sí misma, sino arriba y abajo con Dios; en Dios descansarás, con Dios conversarás; Su sabiduría será tu sabiduría, Su verdad tu luz, Su amor tu gozo. Y si este es el espejo, ¿qué es el "cara a cara"? "Y ahora, Señor, ¿qué es lo que siempre he deseado? Mi anhelo de esperanza es para ti".

EB Pusey, Sermones de Cuaresma, pág. 278.

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