'AMADO CON AMOR ETERNO'

"Te he amado con amor eterno".

Jeremias 31:3

I. No podemos estimar la duración del amor de Dios. -¿Cuándo empezó a ser? Mucho antes de que yo naciera. Mucho antes de que la Cruz se levantara en la frente del Calvario. Mucho antes de que se creara el mundo. Sus fundamentos se encuentran en Su propia eternidad. ¿Y cuándo dejará de ser? Ni en la hora de la muerte, ni aún en los años eternos que se extienden más allá. 'Sí', dice, 'te he amado con amor eterno'.

II. No podemos medir la amplitud del amor de Dios. —Tengo una naturaleza muy polifacética. Cuerpo, alma, espíritu; mi intelecto, mi memoria, mi imaginación, mi conciencia, mi voluntad, mi corazón; cada uno tiene sus demandas distintas y separadas. Pero Él los encuentra y los satisface a todos. "Tu alma", me asegura, "será como un jardín regado".

III. No podemos escalar la altura del amor de Dios. —Me eleva a los más nobles honores y alegrías, por encima de la riqueza, la victoria y la realeza del mundo, hasta Su propia presencia, Su propia casa, Su propio corazón. "El que esparce a Israel, lo recogerá", me dice, "y lo guardará, como el pastor a su rebaño".

Este es el amor que merece ese nombre. Cuando tal Dios es nuestro, cuando nosotros somos Suyos, ¡cuán rica es nuestra herencia!

Ilustraciones

(1) 'Todo el capítulo está lleno de promesas de amor, luz y gozo, precedidas, como deben ser siempre tales bendiciones, por el corazón quebrantado y el espíritu contrito por parte del destinatario. Su principal referencia es a Israel en la restauración, cuando el Señor regresa para bendecir a Sion y restaurar Jerusalén. Pero, mientras tanto, es para el Israel espiritual, para aquellos que creen en el Señor Jesucristo, el Mesías que ha venido ”.

(2) 'De ninguna fuente menor podría fluir tal corriente,

Ninguna otra raíz podría producir una flor tan hermosa:

Si no hubiera amado, no nos habría atraído así;

Si no hubiera dibujado, no tendríamos ni voluntad ni poder

Para levantarse, para venir; el Salvador había pasado

Donde nosotros, ciegos, nos sentamos sin preocuparnos ni llorar.

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