Por amor a mi siervo Jacob

Grandes hombres los siervos de Dios

De esta predicción, tomada en relación con su maravilloso logro, se desprende que Dios justamente reclama el derecho soberano de convertir a los grandes hombres en instrumentos para ejecutar Sus sabios y benevolentes designios.

Dios reclama un derecho supremo a los servicios de grandes hombres, en casi todas las páginas de Su Palabra. ¡Cuán a menudo le oímos decir de esto, de aquello y del otro gran personaje, Él es Mi siervo! Cuán a menudo nos encontramos con este idioma soberano, Mi siervo Moisés; Mi siervo Job; Mi siervo Jacob; Mi siervo Israel; Mi siervo Isaías; ¡Mi siervo Nabucodonosor! Pero Él muestra más plenamente esta prerrogativa al publicar al mundo lo que los grandes hombres harán antes de que nazcan.

Reclamó los servicios de Salomón, el más sabio de los hombres, y designó el negocio de su vida antes de nacer ( 1 Crónicas 22:9 ). En la predicción acerca de Nabucodonosor, Dios reclamó el derecho soberano de emplearlo como ministro de Su venganza, para castigar al pueblo de Su ira. Afirmó Su absoluta Divinidad y soberanía, en Su discurso profético a Ciro.

Y mostró el mismo derecho soberano a los poderes y la influencia de los grandes hombres, en sus predicciones de Alejandro Magno, de Augusto César, de Juan el Bautista, de Constantino el Grande, de Mahoma y del Hombre de Pecado.

1. Da a los hombres su capacidad natural superior para hacer el bien.

2. Preside su educación y les da los medios para mejorar sus talentos superiores y formarse para una utilidad eminente.

3. Dios les da la disposición, que tienen en todo momento, para emplear sus habilidades superiores en promover la felicidad de la humanidad.

4. Dios da a los grandes hombres la oportunidad de emplear todo su poder e influencia para ejecutar Sus sabios y benevolentes designios.

5. Es Dios quien logra sus esfuerzos en beneficio del mundo. ( N. Emmons, D. D. )

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