Y subió de allí a Betel; y mientras subía por el camino, salieron de la ciudad unos niños que se burlaban de él y le decían: Sube, calvo; sube, calvo.

Ver. 23. Y de allí se fue a Betel. ] Que ahora era un lugar de extraña composición; porque había a la vez el becerro de oro de Jeroboam y la escuela de Dios. Los médicos son más útiles donde abundan las enfermedades.

Salieron niños pequeños. ] Acurrucados por sus padres malvados en idolatría y desprecio por un ministerio fiel.

Sube, calvo. ] O, Ascender, como dicen, pero ¿quién puede pensarlo? - lo hizo tu maestro Elías. Así se equivocaron estos mocosos y, como no tenían nada peor con qué reprenderlo, lo tintinearon con su calvicie: cargando esa cabeza de desprecio que Dios había coronado de honor.

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