Oh Señor, nuestra confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres, porque contra ti pecamos.

Ver. 8. Oh Señor, nuestra es la confusión de rostro. ] Se reconoce lo mismo nuevamente, no sin un énfasis especial, qd, Estamos extremadamente avergonzados y humillados al máximo.

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