Y sucedió que cuando Moisés descendió del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en la mano de Moisés, cuando descendió del monte, Moisés no supo que la piel de su rostro resplandecía mientras hablaba con él.

Ver. 29. La piel de su rostro brillaba. ] Por la presente Dios asegura a la gente que lo había iluminado interiormente para su mejor instrucción.

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