Tu madre es como vid en tu sangre, plantada junto a las aguas; fructífera y llena de ramas a causa de las muchas aguas.

Ver. 10. Tu madre es como vid en tu sangre. ] El mismo lamento se continúa aquí, aunque bajo otra parábola, a saber, de una vid desperdiciada. Jerusalén fue una vez una vid que se extendió generosa y fructífera. Comenzó a ser así de nuevo de alguna manera bajo Sedequías, si él hubiera podido estar contento. Ver Ezequiel 17:5 ; Ezequiel 17:8 .

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