Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que hizo a nosotros;

9 Y no hagáis diferencia entre nosotros y ellos, purificando su corazón por la fe.

Ver. 9. Purificando sus corazones por la fe ] La fe (como un ama de casa ordenada) barre limpio y nunca sufre un rincón de puta en el alma. Siempre está purgando la corrupción y deja escapar su sangre vital; porque le muestra a un hombre un proyecto mejor que mentir chupando las pifias de los placeres carnales, o estar vilmente apegado a las ganancias terrenales. Todo verdadero creyente lleva un cepillo en la espalda, como decimos de un hombre esbelto. Su fe consagra su corazón y hace de la vía del diablo el recinto de Dios.

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