Ahora el SEÑOR había preparado un gran pez para que se tragara a Jonás. Y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches.

Ver. 17. Ahora bien, el Señor había preparado un gran pez ] Una ballena, Mateo 12:40 , que en verdad es un gran pez. Plinio habla de uno que fue tomado que medía seiscientos pies de largo y trescientos sesenta de ancho; cuando nadan y se asoman por encima del agua, annare insulas putes, dice el mismo autor, pensarías que son tantas islas.

Tantas montañas, dice otro; quien también agrega, que cuando envejecen crecen a ese tamaño y peso, que permanecen mucho tiempo en un lugar. En la medida en que ex collectis et condensatis pulveribus frutices erumpere cernantur, el polvo y la suciedad acumulados sobre sus espaldas parece ser una isla, en la que, aunque los marineros se equivocan y piensan aterrizar, corren un gran peligro (Sphinx Philid.).

Dios preparó un pez tan grande ] O al principio, al crear ballenas, creavit vastitares et stupores, como se dice; o ahora le ordenó a este gran pez que estuviera listo para enviar a Jonás a la orilla, y que le permitiera un oratorio mientras tanto.

Y Jonás estaba en el vientre del pez ] Donde los intérpretes notan una concurrencia de estos cuatro milagros. 1. Que no estaba allí consumido, pero que la facultad maquinadora del estómago del pez estuvo tanto tiempo impedida de hacer su función. 2. Que pudiera en una prisión tan cercana respirar y vivir sin el uso común del aire y la luz. 3. Que no fue asesinado con un hedor intolerable en un retrete tan repugnante.

4. Que pudiera enmarcar allí tan excelente oración, o mejor dicho, cántico de acción de gracias; porque Jonás era el verdadero Arión, a quien los poetas fingen haber sido un juglar arrojado al mar por los marineros y salvado por un delfín.

Tres días y tres noches ] Al menos parte de ellos; como Cristo estuvo en el sepulcro, Mateo 12:40 , donde, en la historia de Jonás, describe el misterio de su propia muerte, sepultura y resurrección; enseñándonos así a escudriñar las Escrituras, a escudriñarlas hasta el fondo (ερευνατε); como aquellos que cavan en busca de oro no se contentan con el primer o segundo mineral que se ofrece, sino que buscan hasta tenerlo todo.

Los rabinos tienen un dicho de que hay una montaña de sentido que cuelga de cada vértice de la palabra de Dios. Y tan grande es la profundidad de las Sagradas Escrituras, dice Agustín, que podría sacar provecho a diario de su conocimiento, aunque debería dedicarme a escudriñarlas desde mi niñez hasta la decrépita vejez, en el mejor de los casos, con el mayor estudio y una lejanía. mejor ingenio.

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