Y cuando lo hubo gastado todo, surgió una gran hambruna en esa tierra; y empezó a tener necesidad.

Ver. 14. Y cuando hubo gastado todo ] Y no dejó nada en absoluto, praeter coelum et coenum, sino aire para respirar y tierra para pisar, como se jactaba el pródigo romano; que había hecho de sus propias manos sus albaceas y de sus propios ojos sus capataces, extrayendo gran parte de su patrimonio a través de su garganta y gastando el resto en rameras, que lo dejaron tan desnudo como los cuervos lo hacen con un cadáver muerto. La ruina sigue a los disturbios pisándole los talones.

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