Y todos le dieron testimonio y se maravillaron de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y dijeron: ¿No es éste el hijo de José?

Ver. 22. ¿No es este el hijo de José? ] ¿Y qué hay de eso? Pero sigue siendo el proceder de nuestros oyentes mirar a nuestro alrededor, si es posible que encuentren algún agujero en nuestro abrigo, a través del cual despreciar y deslizar las cuerdas de nuestra doctrina, aunque no pueden dejar de admirarla.

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