Y sucedió que estando él en cierta ciudad, he aquí un hombre leproso que, al ver a Jesús, se postró sobre su rostro y le suplicó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.

Ver. 12. Si quieres, puedes ] Es un camino fácil para acelerar, para fundar nuestras oraciones en el poder de Dios.

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