14-21 Al reprender por el pecado, debemos distinguir entre los pecadores y sus pecados. Las reprimendas que amonestan amable y afectuosamente, son susceptibles de reformar. Aunque el apóstol hablaba con autoridad como un padre, más bien les suplicaba con amor. Y como los ministros deben dar el ejemplo, otros deben seguirlos, en la medida en que sigan a Cristo en la fe y la práctica. Los cristianos pueden equivocarse y diferir en sus opiniones, pero Cristo y la verdad cristiana son los mismos ayer, hoy y siempre. Cuando el Evangelio es eficaz, no viene sólo de palabra, sino también con poder, por el Espíritu Santo, resucitando a los pecadores muertos, liberando a las personas de la esclavitud del pecado y de Satanás, renovándolas por dentro y por fuera, y consolando, fortaleciendo y estableciendo a los santos, lo cual no puede hacerse por el lenguaje persuasivo de los hombres, sino por el poder de Dios. Y es un temperamento feliz, tener el espíritu de amor y mansedumbre soportar la regla, y sin embargo mantener la autoridad justa.

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