5-10 Un mensaje del Señor Jesús, la Palabra de vida, la Palabra eterna, que todos deberíamos recibir con gusto. El gran Dios debe ser representado a este mundo oscuro, como luz pura y perfecta. Como esta es la naturaleza de Dios, sus doctrinas y preceptos deben ser así. Y como su perfecta felicidad no puede separarse de su perfecta santidad, así nuestra felicidad será en proporción a que seamos hechos santos. Caminar en las tinieblas es vivir y actuar en contra de la religión. Dios no tiene comunión celestial ni relaciones con las almas impías. No hay verdad en su profesión; su práctica muestra su locura y falsedad. La Vida eterna, el Hijo eterno, se vistió de carne y hueso, y murió para lavarnos de nuestros pecados con su propia sangre, y nos procura las sagradas influencias por las que el pecado ha de ser sometido más y más, hasta que desaparezca por completo. Mientras se insiste en la necesidad de un andar santo, como efecto y evidencia del conocimiento de Dios en Cristo Jesús, se evita con igual cuidado el error opuesto del orgullo farisaico. Todos los que caminan cerca de Dios, en santidad y justicia, son conscientes de que sus mejores días y deberes están mezclados con el pecado. Dios ha dado testimonio de la pecaminosidad del mundo, proporcionando un sacrificio suficiente y eficaz por el pecado, necesario en todas las épocas; y la pecaminosidad de los creyentes mismos se muestra, requiriendo que confiesen continuamente sus pecados, y se apliquen por fe a la sangre de ese sacrificio. Declarémonos culpables ante Dios, seamos humildes y estemos dispuestos a conocer lo peor de nuestro caso. Confesemos honestamente todos nuestros pecados en toda su extensión, confiando totalmente en su misericordia y en su verdad por medio de la justicia de Cristo, para un perdón gratuito y completo, y nuestra liberación del poder y de la práctica del pecado.

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