1-5 Es innecesario o inútil preguntar por el momento concreto de la venida de Cristo. Cristo no reveló esto a los apóstoles. Hay tiempos y épocas para que trabajemos, y es nuestro deber e interés conocerlos y observarlos; pero en cuanto al tiempo en que debemos rendir cuentas, no lo sabemos, ni es necesario que lo sepamos. La venida de Cristo será una gran sorpresa para los hombres. Nuestro Señor mismo lo dijo. Como la hora de la muerte es la misma para cada persona que el juicio será para la humanidad en general, las mismas observaciones responden para ambos. La venida de Cristo será terrible para los impíos. Su destrucción los alcanzará mientras sueñan con la felicidad y se complacen con vanas diversiones. No habrá medios para escapar del terror o del castigo de ese día. Este día será un día feliz para los justos. No están en las tinieblas; son los hijos de la luz. Es la condición feliz de todos los verdaderos cristianos. Pero ¡cuántos hablan de paz y seguridad para sí mismos, sobre cuyas cabezas se cierne la destrucción total! Procuremos despertarnos a nosotros mismos y a los demás, y guardémonos de nuestros enemigos espirituales.Es innecesario o inútil preguntar sobre el tiempo concreto de la venida de Cristo. Cristo no se lo reveló a los apóstoles. Hay tiempos y épocas para que trabajemos, y es nuestro deber e interés conocerlos y observarlos; pero en cuanto al tiempo en que debemos rendir nuestras cuentas, no lo sabemos, ni es necesario que lo sepamos. La venida de Cristo será una gran sorpresa para los hombres. Nuestro Señor mismo lo dijo. Como la hora de la muerte es la misma para cada persona que el juicio será para la humanidad en general, las mismas observaciones responden para ambos. La venida de Cristo será terrible para los impíos. Su destrucción los alcanzará mientras sueñan con la felicidad y se complacen con vanas diversiones. No habrá medios para escapar del terror o del castigo de ese día. Este día será un día feliz para los justos. No están en las tinieblas; son los hijos de la luz. Es la condición feliz de todos los verdaderos cristianos. Pero ¡cuántos hablan de paz y seguridad para sí mismos, sobre cuyas cabezas se cierne la destrucción total! Procuremos despertarnos a nosotros mismos y a los demás, y guardémonos de nuestros enemigos espirituales.

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