7-11 Se describe al engañador y su engaño: trae algún error sobre la persona o el oficio del Señor Jesús. Tal persona es un engañador y un anticristo; engaña a las almas, y socava la gloria y el reino del Señor Cristo. No nos parezca extraño que haya ahora engañadores y opositores del nombre y la dignidad del Señor Cristo, pues los hubo incluso en los tiempos de los apóstoles. Cuanto más abundan los engañadores y los engaños, más vigilantes deben ser los discípulos. Es triste que los espléndidos logros en la escuela de Cristo se pierdan alguna vez. El camino para obtener la recompensa completa es permanecer fiel a Cristo, y constante en la religión hasta el final. La adhesión firme a la verdad cristiana nos une a Cristo y, por tanto, también al Padre, pues son uno. Despreciemos igualmente a los que no permanecen en la doctrina de Cristo, y a los que transgreden sus mandatos. Los que no profesan y predican la doctrina de Cristo, respecto a él como Hijo de Dios, y la salvación por él de la culpa y el pecado, no deben ser notados ni tolerados. Sin embargo, al obedecer este mandamiento, debemos mostrar bondad y buen espíritu a quienes difieren de nosotros en asuntos menores, pero sostienen firmemente las doctrinas más importantes de la persona de Cristo, la expiación y la santa salvación.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad