1-18 El comienzo y el final de este capítulo nos llevan a la esperanza de que Nabucodonosor fuera un monumento del poder de la gracia divina y de las riquezas de la misericordia divina. Después de que se recuperó de su locura, le contó a lugares distantes y escribió para las edades futuras cómo Dios lo había humillado y restaurado con gracia. Cuando un pecador viene a sí mismo, promoverá el bienestar de los demás, al dar a conocer la maravillosa misericordia de Dios. Nabucodonosor, antes de relatar los juicios divinos sobre él por su orgullo, dijo las advertencias que tenía en un sueño o una visión. El significado le fue explicado. La persona significada, debía ser menospreciada por el honor y ser privada del uso de su razón durante siete años. Este es seguramente el juicio más doloroso de todos. Cualquiera que sea la aflicción externa que Dios se complace en imponernos, tenemos motivos para soportarla con paciencia y agradecer que continúe utilizando nuestra razón y la paz de nuestras conciencias. Sin embargo, si el Señor lo considerara conveniente para evitar que un pecador multiplique crímenes, o que un creyente deshonre su nombre, incluso la terrible prevención sería preferible a la mala conducta. Dios lo ha determinado, como un Juez justo, y los ángeles en el cielo aplauden. No es que el gran Dios necesite el consejo o la concurrencia de los ángeles, pero denota la solemnidad de esta oración. La demanda es por la palabra de los santos, el pueblo sufriente de Dios: cuando los oprimidos claman a Dios, él escuchará. Busquemos diligentemente bendiciones que nunca se nos puedan quitar, y especialmente cuidado con el orgullo y el olvido de Dios.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad