1-6 Los años de la vida de Moisés se dividen en tres períodos de cuarenta años: los primeros cuarenta los pasó como príncipe en la corte de Faraón, los segundos como pastor en Madián, y los terceros como líder en Jeshurún. ¡Cuán cambiable es la vida del hombre! La primera aparición de Dios a Moisés lo encontró cuidando ovejas. Esto parece un empleo pobre para un hombre de sus habilidades y educación, sin embargo, él se muestra satisfecho con ello y así aprende la mansedumbre y la satisfacción, por las cuales es más conocido en la Escritura que por todo su conocimiento. Satanás ama encontrarnos ociosos; Dios se complace cuando nos encuentra ocupados. Estar solo es un buen amigo de nuestra comunión con Dios. Para su gran sorpresa, Moisés vio un arbusto ardiendo sin fuego para encenderlo. El arbusto ardía pero no se consumía, un emblema de la iglesia en cautiverio en Egipto. Y nos recuerda adecuadamente a la iglesia en todas las épocas, bajo sus persecuciones más severas, preservada por la presencia de Dios de ser destruida. El fuego es un emblema, en la Escritura, de la santidad y justicia divinas, así como de las aflicciones y pruebas con las que Dios pone a prueba y purifica a su pueblo, e incluso del bautismo del Espíritu Santo, por el cual se consumen las afectaciones pecaminosas y el alma es transformada en la naturaleza e imagen divinas. Dios le dio a Moisés un llamado grato, al cual él respondió de inmediato. Aquellos que desean tener comunión con Dios deben asistir a Él en las ordenanzas en las cuales se complace en manifestarse a sí mismo y su gloria, aunque sea en un arbusto. Quitarse el zapato era una señal de respeto y sumisión. Debemos acercarnos a Dios con una pausa solemne y preparación, evitando cuidadosamente todo lo que parezca ligero y grosero, y que sea inapropiado para su servicio. Dios no dice: "Yo fui el Dios de Abraham, Isaac y Jacob", sino "Yo soy". Los patriarcas siguen vivos, tantos años después de que sus cuerpos hayan estado en la tumba. Ninguna cantidad de tiempo puede separar las almas de los justos de su Hacedor. Así, Dios instruyó a Moisés acerca de otro mundo y fortaleció su creencia en un estado futuro. De esta manera, es interpretado por nuestro Señor Jesús, quien desde aquí prueba que los muertos son resucitados, Lucas 20:37. Moisés ocultó su rostro, como si estuviera avergonzado y temeroso de mirar a Dios. Cuanto más vemos de Dios, su gracia y su amor de pacto, más razón tendremos para adorarlo con reverencia y temor piadoso.

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