10-20 No hay estado en la tierra libre de pruebas, ni ningún personaje libre de imperfecciones. Hubo hambre en Canaán, la gloria de todas las tierras, e incredulidad, con los males que siempre trae, en Abram, el padre de los fieles. La felicidad perfecta y la pureza perfecta habitan solo en el cielo. Abram, cuando debe abandonar Canaán por un tiempo, va a Egipto, para que no parezca mirar hacia atrás, y queriendo quedarse allí no más de lo necesario.

Allí, Abram disimuló su relación con Sarai, se equivocó y le enseñó a su esposa y a sus asistentes a hacerlo también. Ocultaba una verdad, para negarla, y exponía a su esposa y a los egipcios al pecado. La gracia por la que más se destacaba Abram era la fe; sin embargo, cayó en la incredulidad y la desconfianza de la divina providencia, incluso después de que Dios se le apareció dos veces. ¡Ay, qué será de la fe débil, cuando la fe fuerte sea así sacudida! Si Dios no nos libró, muchas veces, de las dificultades y angustias en las que nos encontramos, por nuestro propio pecado y locura, deberíamos ser arruinados. No trata con nosotros según nuestros desiertos. Esos son castigos felices que nos obstaculizan de manera pecaminosa y nos llevan a nuestro deber, particularmente al deber de restaurar lo que hemos tomado o guardado erróneamente.

La reprensión del Faraón a Abram fue muy justa: ¿Qué es esto que has hecho? ¡Qué impropio un hombre sabio y bueno! Si los que profesan religión, hacen lo que es injusto y engañoso, especialmente si dicen lo que raya en una mentira, deben esperar escuchar de ella; y tienen motivos para agradecer a quienes les cuenten. El envío fue amable. Faraón estaba tan lejos de cualquier plan para matar a Abram, como temía, que lo cuidó especialmente. A menudo nos perplejamos de temores que son completamente infundados. Muchas veces tememos donde no hay miedo. Faraón ordenó a sus hombres que no lastimaran a Abram en ninguna cosa. No es suficiente para los que tienen autoridad, que no se hagan daño; deben evitar que sus sirvientes y aquellos que los rodean hagan daño.

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