39-44 El barco que había capeado el temporal en alta mar, donde tenía espacio, se hace pedazos cuando se aferra a él. Así, si el corazón se fija en el mundo en el afecto, y se apega a él, se pierde. Las tentaciones de Satanás golpean contra él, y se pierde; pero mientras se mantenga por encima del mundo, aunque sea sacudido por preocupaciones y tumultos, hay esperanza para él. Tenían la costa a la vista, y sin embargo naufragaron en el puerto; así se nos enseña a no estar nunca seguros. Aunque haya grandes dificultades en el camino de la salvación prometida, ésta se realizará sin falta. Sucederá que, cualesquiera que sean las pruebas y los peligros, a su debido tiempo todos los creyentes llegarán sanos y salvos al cielo. Señor Jesús, nos has asegurado que ninguno de los tuyos perecerá. Tú los llevarás a todos sanos y salvos a la orilla celestial. Y ¡qué agradable será ese desembarco! Los presentarás a tu Padre, y darás a tu Espíritu Santo plena posesión de ellos para siempre.

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