1-5 Job fue próspero y piadoso. Aunque es difícil y raro, no es imposible que un hombre rico entre en el reino de los cielos. Por la gracia de Dios, las tentaciones de la riqueza mundana pueden ser superadas. El relato de la piedad y la prosperidad de Job aparece antes de la historia de sus grandes aflicciones, lo que demuestra que ninguno de los dos se salvará de los problemas. Mientras Job contemplaba la armonía y las comodidades de sus hijos con satisfacción, su conocimiento del corazón humano lo hacía temer por ellos. Él los envió y los santificó, recordándoles que se examinaran a sí mismos, que confesaran sus pecados, que buscaran el perdón; y como alguien que esperaba ser aceptado por Dios a través del Salvador prometido, ofreció una ofrenda quemada por cada uno. Percibimos su cuidado por sus almas, su conocimiento del estado pecaminoso del hombre, su total dependencia de la misericordia de Dios en la forma que él había designado.

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