24,25 Dios puede, y está tan dispuesto como puede, a evitar que caigamos, y a presentarnos impecables ante la presencia de su gloria. No como aquellos que nunca han sido defectuosos, sino como aquellos que, de no ser por la misericordia de Dios, y los sufrimientos y méritos de un Salvador, podrían haber sido condenados con toda justicia hace mucho tiempo. Todos los creyentes sinceros le fueron dados por el Padre; y de todos los que le fueron dados no ha perdido a ninguno, ni perderá a ninguno. Ahora bien, nuestras faltas nos llenan de temores, dudas y penas; pero el Redentor se ha comprometido por su pueblo a que sea presentado sin faltas. Donde no haya pecado, no habrá tristeza; donde haya perfección de santidad, habrá perfección de alegría. Miremos más a menudo a Aquel que es capaz de evitar que caigamos, de mejorar y mantener la obra que ha realizado en nosotros, hasta que seamos presentados irreprochables ante la presencia de su gloria. Entonces nuestros corazones conocerán una alegría más allá de lo que la tierra puede ofrecer; entonces también Dios se alegrará por nosotros, y se completará la alegría de nuestro compasivo Salvador. A Aquel que tan sabiamente ha formado el plan, y que lo cumplirá fiel y perfectamente, sea la gloria y la majestad, el dominio y el poder, ahora y siempre. Amén

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