19,20 La cena del Señor es un signo o un memorial del Cristo que ya vino y que, al morir, nos liberó; su muerte se presenta de manera especial ante nosotros en esa ordenanza, por la que se nos recuerda. La partición del cuerpo de Cristo como sacrificio por nosotros, se nos recuerda por medio del partimiento del pan. Nada puede ser más nutritivo y satisfactorio para el alma que la doctrina de la expiación del pecado por parte de Cristo, y la seguridad de un interés en esa expiación. Por lo tanto, hacemos esto en recuerdo de lo que Él hizo por nosotros, cuando murió por nosotros; y como un memorial de lo que nosotros hacemos, al unirnos a Él en un pacto eterno. El derramamiento de la sangre de Cristo, por el que se hizo la expiación, está representado por el vino en la copa.

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